Un horno refractario es una cámara aislada térmica, un tipo de horno que produce temperaturas suficientes para completar algún proceso, como el endurecimiento, secado, o cambios químicos de determinados materiales.
Los hornos se han utilizado durante milenios para convertir objetos hechos de arcilla en cerámica, tejas y ladrillos.
Los hornos refractarios son parte esencial de la fabricación de todas las cerámicas. La cerámica requiere altas temperaturas, por lo que se producirán reacciones químicas y cambios físicos que alterarán permanentemente el cuerpo sin cocer.
En el caso de la cerámica, los materiales arcillosos se moldean, se secan y se cuecen en un horno. Las características finales están determinadas por la composición y preparación del cuerpo de arcilla y de la temperatura a la que se cuece.
Después de una primera cocción, se pueden utilizar esmaltes, para cocer la vajilla por segunda vez y fusionar el esmalte con el cuerpo.
Es posible que se requiera una tercera cocción a una temperatura más baja para arreglar la decoración sobre vidriado. Los hornos modernos tienen sofisticados sistemas de control electrónico, aunque a menudo también se utilizan dispositivos pirométricos.
La arcilla consiste en partículas de grano fino que son relativamente débiles y porosas. Es por esto que la arcilla se combina con otros minerales para crear un cuerpo de arcilla viable. El proceso de cocción incluye la sinterización.
Esto calienta las arcillas hasta que las partículas se derriten parcialmente y fluyen juntas, creando una masa única y fuerte, compuesta de una fase vítrea intercalada con poros y material cristalino. Mediante la cocción, los poros se reducen de tamaño, lo que hace que el material se contraiga ligeramente. Este material cristalino se compone principalmente de óxidos de aluminio y silicio.
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